Toca cambio de tercio en Dazed and Confused, y después de las crónicas del Azkena, y la de el Boss, ahora nos acercamos al metal mas extremo de mano de Master Ángel, que fue a ver un doble cartel que hace las delicias de los amantes de los sonidos mas contundentes del metal. A leer;
Según una tarjeta postal que un buen amigo me regaló en su día, hay cuatro máximas leyes vikingas: sé bravo y agresivo, estate preparado, sé un buen comerciante y mantén el campamento en orden; algo que, horas después, al terminar el concierto, y repasándolas una a una, habían seguido Amon Amarth al pie de la letra, pero eso es el final de esta historia.
Es lunes, 18 de junio, y alrededor de las seis de la tarde. Toda la gente espera ansiosa para ver el partido de fútbol que enfrenta a las selecciones de Croacia y a la actual campeona de Europa y del mundo, España. ¿Toda? ¡No! Un grupo de aguerridas figuras enfundadas en negras vestiduras se dirigen hacia un recóndito lugar a las orillas del río Manzanares, que responde al nombre de “La Riviera” para disfrutar de uno de los espectáculos más bestias de los últimos tiempos por estos lares: la gira de dos auténticos pesos pesados, los norteamericanos procedentes de Búfalo, Nueva York, y uno de los máximos exponentes mundiales del llamado death metal, Cannibal Corpse, que abrirán para los que son, a juicio de la inmensa mayoría, los verdaderos amos del denominado viking metal, los suecos natales de Tumba (curioso nombre para una ciudad), Amon Amarth. Estas dos bandas sobreviven todavía hoy en día, gracias a una curiosa fórmula que siempre da grandes resultados: la salida a los mercados de auténticos discazos, acompañados de imponentes giras mundiales, que hacen ganar más adeptos a su música.
Pero, además de estar recién comenzada la semana y coincidir con el partido, y como no hay dos sin tres, no hace ni nueve meses que las huestes vikingas visitaron la capital. Todo esto unido al precio de los tickets (30 € + gastos de distribución), hace que la entrada en la sala madrileña sea más bien escasa: aproximadamente un tercio de su capacidad, cosa que no amilana para nada a los fieros neoyorkinos, que casi sin poder moverse del sitio, a excepción de su brutal cantante George Fisher, enlazan canción casi tras canción, dando lugar a, quizás, los circle pits más desquiciados que haya podido ver un servidor en esta sala, amén de los montados por Devildriver, la banda de Dez Fafara. Un buenísimo sonido avala la actuación, algo bien complicado de conseguir con grupos de estas características, incluso para productores e ingenieros de sonido de renombre internacional. El grupo, formado por los guitarristas Rob Barrett y Pat O’Brien destripan riffs sanguinolentos, mientras que el bajista fundador Alex Webster no para de marcar la base rítmica en su bajo de cinco cuerdas, utilizando los dedos de su mano derecha a una velocidad de vértigo, mientras que el baterista Paul Mazurkiewicz hace lo propio con el doble bombo; algo, a lo que responde el vocalista con gruñidos guturales, escupiendo temas como “Demented agression”, “Scourge of iron”, “Disfigured”, “Born in a casket”, “I cum blood”, “Priest of Sodom” o “Make them suffer”, entre otras, todas ellas amenizadas con headbanging imposibles de continuar, por lo brutales que resultan. Un ligero descanso y se despiden de la audiencia con “Hammer smashed face” y la genial “Stripped, raped and strangled”, tras la cual, todo el grupo desaparece como alma lleva el diablo. Resumiendo, una hora de concierto, o de calentamiento según se mire, con temas procedentes desde su “Eaten back to life” de 1990, pasando por “Butchered at birth”, “Tomb of the mutilated”, “The bleeding”, “Vile”, “Bloodthirst”, “Kill” y “Evisceration plague”, hasta llegar al actual “Torture”. Ahora toca recoger los bártulos y viajar a Barcelona, pues al día siguiente debían abrir el show para los fineses Children of Bodom.
Pero el vicio llama, y tras abandonar momentáneamente la sala para fumar un par de cigarros, volvemos a ella y encontramos entre el público a parte de los madrileños Hamlet: el vocalista J. Molly y el bajista Alvaro Tenorio. Se mira el reloj una y otra vez, buscando la hora de comienzo de Amon Amarth, que según J.R.R. Tolkien significa “Monte del Destino”. Y casi sin darnos cuenta, las luces se vuelven a apagar, del mismo modo las máquinas de humo empiezan a hacer su trabajo y la intro de “War of the gods” suena en el PA. La banda está lista y el baterista Fredrik Andersson lo hace saber, sentándose tras su kit de batería. En el momento justo, hacen aparición en el escenario los guitarristas Olavi Mikkonen y Johan Söderberg, al igual que el bajista Ted Lundström y la cabeza visible del combo, el barbudo vocalista Johan Hegg, mientras que un imponente telón con la portada de su último disco “Surtur Rising” es la pieza clave de su puesta en escena. El sonido sigue siendo espectacular, algo que se agudiza cuando llegan esas dobles armonías de guitarra. A continuación enlazan con la segunda canción de su “With Oden on our side”, “Runes to my memory”, tras la cual, se toman un ligero descanso, permitiendo a Johan dirigirse por primera vez al público, en lo que se ha llegado a llamar spanglish, para presentar “Destroyer of the universe”. La banda no para quieta ni un segundo, intercambiándose los sitios entre Olavi, Johan y Ted, y de esta manera se llega al primer tema del disco con el que alcanzaron fama mundial, “Death in fire” de su “Versus the world”. Comentarios varios nos llevan a cortes como “Live for the kill”, “Cry of the black birds”, “The fate of norns”, “The hero” o “Valhall awaits me”. Pero la banda sabe lo que el público quiere, por eso Olavi hace amagos con empezar con “The pursuit of vikings”, una de las favoritas en directo, pero en su lugar descargan “The beheading of a king”. Pero la preferida no se hace esperar y el público lo agradece coreándola, mientras Johan asiente con la cabeza. Otro breve descanso y se embarcan en el pistoletazo final con “Under the Northern Star”, “For victory or death” y “Victorious march”. De nuevo, el escenario se encuentra a oscuras y solitario, aunque por poco tiempo, pues la banda vuelve, tras la insistencia de las huestes aglomeradas bajo ellos. Dos bises con los que obsequian a la audiencia madrileña: “Twilight of the thunder god” y la final “Guardians of Asgaard”, ambos aparecidos en su grabación de 2008. Ha llegado el fin del evento, y el público agradece con cánticos y aplausos el buen rato pasado, a lo que la banda responde con idénticos aplausos y regalos como púas y baquetas. Como colofón, el bueno de Johan apura la bebida que contenía su cuerno, tras brindar con todos los presentes y desear que España gane la Eurocopa (¿cómo ha terminado el partido?) y emplazándonos para su siguiente visita, que esperemos no se haga esperar mucho.
Ya abandonando el recinto del concierto, nos enteramos del resultado del fútbol y unas tímidas gotas de lluvia caen desde el cielo. Eso debe ser que a Odin y, sobre todo a Thor, le ha gustado lo acontecido allí dentro. Y volviendo al primer párrafo, los cinco suecos hicieron honor a su pasado vikingo, pues fueron bravos y agresivos, pero sin abandonar en ningún momento la sonrisa; estuvieron en todo momento preparados; supieron ser buenos comerciantes, pues dieron al público lo que querían, y, por último, la Riviera quedó en minutos vacía, por lo que el campamento como el campo de batalla, que fue abandonado por varios heridos con las vértebras del cuello hechas polvo, pudo limpiarse a fondo por los empleados del local.
TEXTO; Master Angel
2 comentarios:
que gustazo ver tralla en esta santa casa, yeahhhhhhhhhhh
Nort; Si, abro avanico de gustos, y si yo no llego, tengo amigos/colaboradores que lo hacen tambien genial.
Gracias por participar.
Saludos!!!!
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